Las patrulleras oceánicas General Francisco Morazán y Lempira, han marcado un cambio generacional en las Fuerzas Armadas de Honduras a través de la Fuerza Naval, debido a que estas embarcaciones llegaron a modernizar las operaciones en el espacio marítimo de nuestro país.
Estas patrulleras llegaron con la finalidad de reforzar el combate al narcotráfico, además de todas las misiones que ayudan a proteger y rescatar vidas de personas que faenan en altamar. El caso más reciente fue el rescate de 75 compatriotas que naufragaron en la embarcación de nombre “Bonito” a 60 millas náuticas del municipio de Brus Laguna, en Gracias a Dios.
El mantenimiento de las patrulleras es complejo, ya que además del cuidado normal, también se realizan otro tipo de cuidados, para lo que se ha establecido un plan diario, semanal y anual, debido a la complejidad de cada una de las naves.
Las aéreas de la embarcación se dividen en logística, cubierta, operaciones e ingeniería, y cada una de ellas está conformada por oficiales y sub oficiales asignados, quienes debidamente capacitados en la parte técnica conforman un equipo para su debido mantenimiento y operación.
Por ejemplo, los que se dedican a operaciones son electrónicos, en el área de ingeniería son mecánicos, electricistas y electrotécnicos y la cubierta la conforman enfermeros, armeros y técnicos en mantenimiento de casco y pintura.
Las patrulleras oceánicas General Francisco Morazán y Lempira, cuentan con una eslora de 42 metros y una manga de 7.5 metros, hace una velocidad de 28 nudos, tienen capacidades en agua de 1,800 galones, en combustible aproximadamente unos ocho mil galones, consta de tanques de agua potable, tanques de combustible, tanques de aguas negras, de aguas grises, tanques de aceite hidráulico y sucio, asimismo un bote inefable rígido (RIB) el cual sirve para hacer las operaciones de abordaje y registro a los botes que se dedican a la pesca en alta mar.
Una anécdota que contar por parte de la Fuerza Naval de Honduras con estas patrulleras oceánicas, ocurrió en octubre del 2015, cuando una embarcación norteamericana realizaba patrullajes en aguas hondureñas, en combate al narcotráfico y tuvieron un accidente abordo cuando una de las líneas con que aseguran el helicóptero se cayó al agua y se enredó en sus hélices, en ese momento, a través de la Embajada Americana se comunicaron con la base naval y pidieron el auxilio respectivo, fue la patrullera oceánica General Francisco Morazán la que se trasladó hasta el sector de Cayo Gorda, en la costa Este de Honduras, donde se enviaron buzos y se pudo liberar a la embarcación hermana.
Con este rescate y con las múltiples operaciones que ejecuta las Fuerzas Armadas de Honduras a través de estas patrulleras oceánicas, se demuestra la capacidad de nuestra Fuerza Naval, no solo en el ámbito nacional sino en el plano internacional, ya que ahora existe la posibilidad de ayudar inclusive a armadas y guardacostas de países hermanos, asi como al combate del crimen organizado en nuestro país, sin olvidar el servicio y el compromiso con nuestra ciudadanía.
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